TODO BAJO CONTROL
Dos viejos amigos se reencontraron
después de algunos años, Lucía estuvo fuera del país por motivos laborales. Por
esas cosas del destino se encontraron por una red social. Ella había cambiado,
estaba más delgada, tenía otro corte y color de cabello, digamos que la vida la
había tratado bien, por otro lado, Gabriel tenía un buen trabajo, ascendió
rápidamente en la empresa, pero las últimas semanas un tema lo tenía distraído,
algo que Lucía captó de inmediato.
- -
¿Quién
es?, te conozco muy bien, cuéntame Gabo
- -
Ella es…
- - Debe ser
muy especial para tenerte como bobo – sonrió -
- - Desde la
primera vez que la vi entrar a la fiesta, no me la pude quitar de la cabeza, es
algo inexplicable
-
Se pone
interesante, cuéntame más
Así comenzó la velada, todo giró
en torno a la dama desconocida de vestido azul noche que ingresó sin
acompañante a la cena de trabajo hace algunos meses. Ella era perfecta, sus
ojos jades lo atraparon aquella noche que estrechó su mano cuando los
presentaron. Sus labios escarlata invitaban a ser probados, y él estaba ansioso
por escapar de la fiesta solo con ella, lejos de toda esa multitud que solo
hablaba de bolsa de valores, inversiones y convenios.
Conversaron gran parte de la
cena, ella era muy inteligente, coqueta, pero solo con él, jugaba con su cabello
azabache cuando él le hacía un cumplido, de esos que ella conocía de memoria,
pero que fingía escuchar por primera vez, sin embargo, solo él conseguía
ruborizar las mejillas melocotón de la señorita.
Salieron un par de semanas, y la
atracción era inminente. En la oficina se trataban como dos compañeros de
trabajo. Sin embargo, por la noche disfrutaban de su privacidad, olvidaban por
completo todos los documentos y proyectos que quedaban sobre el escritorio.
Ambos arquitectos planificaban lo que sería su vida en el futuro, algo que
parecía precipitado para los ojos ajenos.
Después de finalizar el proyecto
con Gabo, tuvo que enfocarse en un nuevo trabajo con un ingeniero, y el tiempo
se limitó para la pareja; por otro lado, él tenía reuniones, viajes y
capacitaciones constantes por motivo de la construcción de una nueva planta fuera
de la ciudad. Esa situación fue el detonante para conocer el verdadero yo de la
señorita de ojos preciosos y sonrisa encantadora.
Ivanna estaba acostumbrada a
tener el control, sabía que él debía reunirse constantemente con la arquitecta
contratada, algo que no le gustó. Era desconfiada, celosa, posesiva e incluso
manipuladora. Lo llamaba constantemente y si no contestaba el celular imaginaba
la peor escena en su cabeza. Su paciencia se agotaba, intentó controlarse para
mantener la relación, pero el celular apagado, los mensajes sin contestar, las
llamadas escuetas, y la poca disponibilidad de Gabo la enloquecieron.
Mientras él dormía revisó los
mensajes de texto, conversaciones y últimas llamadas. Grave error de Gabriel,
dejar a merced de una mujer celosa, la evidencia de su alejamiento. Ahora era ¡Madre
Teresa de Calcula!, su confidente y amiga desinteresada, Mili se había convertido
en el paño de lágrimas de su arquitecto. ¿Era su culpa?, ¿todo lo estaba
haciendo mal nuevamente?, lo mismo sucedió con su ex, a quien no podía ver ni
en pintura, eran dos desconocidos con recuerdos en común, del amor al odio hay
un paso, y para ella no era nada difícil cruzar esa línea. Ella nunca se
equivocaba, el resto sí.
Despertó más temprano que de costumbre
y se fue a la oficina, inició sus labores diarios sin dar un solo indicio de
interés a Gabo. A medio día la llamó para que almorzaran juntos, algo que ella
ignoró porque tenía mucho trabajo. Ivanna era orgullosa y vanidosa y no iba a
permitir que un hombre manejara sus horarios, ella merecía la prioridad,
siempre fue así. Su altivez la caracterizaban, y no era difícil darse cuenta de
eso una vez que la princesa sacaba las garras de bruja.
Esa situación de indiferencia se
mantuvo por una semana, y un viernes al caer la noche, Gabo la llamó, había
hecho la reservación en un restaurante. Ella sonrió y accedió. Se miró al
espejo por última vez, siempre se preocupaba por estar arreglada y maquillada, en
el fondo sabía que era una mujer atractiva y tomaba ventaja de ello cuando le
convenía; y esa noche no sería la excepción.
Él estaba más cariñoso que de
costumbre, atento como la primera vez, el proyecto estaba próximo a terminar y
las cosas nuevamente se estabilizarían. Fue un mes muy tenso, de reclamos y
discusiones que dañaron la relación. Gabriel buscaba a la mujer de quien se
enamoró la primera noche, pero no la encontraba. Ivanna estaba fría e
indiferente, ¿podía de la noche a la mañana cambiar sus sentimientos?, ella
siempre lo hacía. Podía ser la mujer más tierna y romántica; pero solo bastaba
que alguien hiriera su orgullo para convertirse en un bloque de hielo.
Ivanna lloró solo una vez por un
hombre, a quien entregó todo sin límites, fue la relación más larga e intensa que
tuvo, pero que dejó un gran vacío al final; y desde aquella fecha su vida dio
un cambio radical, nunca más fue la chica sincera y confiada. Nadie le rompió
el corazón por segunda vez. ¿Qué era de la vida de aquel muchacho?, un pobre
desdichado en una relación asfixiante, y eso la hacía feliz..
La cena estuvo insípida y la
conversación trivial, ella se sentía incómoda y él notó inmediatamente su
actitud. Ivanna fue franca, se había aburrido de la rutina, las cosas no eran
como el inicio, todo cambió, y a esa hora del partido estaba de más enumerar
los motivos, porque ambos lo sabían. Siempre tuvo el control y sentir que lo
podía perder en esa relación la fastidiaba, la convertía en una mujer dócil y
no estaba dispuesta a serlo. No era mujer que espera con la cena lista y la
casa limpia.
Ivanna era totalmente indiferente
a un rompimiento, no sentía nostalgia por los recuerdos, ni añoranza por volver
a ver a esa persona, y las palabras de Gabo no afectaron su ego. Superficial,
orgullosa y caprichosa, eran virtudes para ella.
Se puso de pie, le dio un beso en
la mejilla y se fue. Subió al taxi, y mientras el semáforo cambiaba a verde lo
vio a lo lejos, ¿cuántos años pasaron?, dos, tres, había perdido la cuenta,
¿por qué justo esa noche tenía que encontrarlo?, estaba solo, bajó del auto y
lo llamó, el hombre volteó y la abrazó mientras ella se mantuvo estática. Él no
dejaba de sonreír mientras ella lo miraba de pies a cabeza. Era muy guapo y
siempre se había mantenido en forma. Fue el único que domó ese espíritu rebelde
de adolescente, el cual recuperó y reforzó años más tarde.
Caminaron hasta un parque, ella lo
jaló del polo y lo besó, él le correspondió sin dudar. La lluvia caía cada vez
con más fuerza y mojaban la espalda descubierta de Ivanna, el vestido poco a
poco dejaba a la vista su contorneada figura. Debajo de un árbol, protegidos de
la lluvia, recorrió su cuerpo como la última vez. El deseo se reflejaba en su
mirada color miel, y fue en ese instante cuando ella soltó una carcajada.
Inmediatamente su celular sonó, vio la imagen de Gabo en la pantalla, sonrió y
contestó, estaba a una cuadra de distancia y quería conversar con ella.
La expresión en el rostro del
hombre se endureció, le pidió explicaciones, ella solo lo veía y sonreía.
Segundos antes de ver el auto de Gabo, se acercó y le susurró, “tu carita de niño bonito, tus besos de
cachimbo y tus caricias torpes no me prenden, la diferencia entre tú y él es abismal, no estás ni para limpiarle el auto”. Caminó hasta la pista y subió
al carro.
-
¿Con qué clase de mujer estás?
-
Estaba, o bueno... no sé – respondió, mientras miraba por la
ventana -
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