CAMINOS

La alarma sonó, aún estaba oscuro y sentía frío, tiró el celular a un lado de la cama y se arropó nuevamente, cinco minutos más, tan solo cinco minutos más. Llegó tardísimo a casa y aún le dolía un poco la cabeza. Seis de la mañana, saltó de la cama, se lavó la cara, cogió su maleta y tomó un taxi directo a la agencia, su boleto estaba programado para las 6:30am. Fue la última pasajera en subir, estaba muerta de sueño y solo quería recostarse en el asiento y llegar a su destino.

A su lado un pasajero hablaba por celular, por el dejo y la pinta parecía español. Alejandra se colocó los audífonos y cerró los ojos. Apareció en la playa, hace mucho tiempo que no soñaba con un paisaje perfecto. Caminaba por la arena, el sol era intenso, le quemaba el rostro, y poco a poco la marea avanzaba, sus pies tocaban el agua salina y lentamente caminaba con dirección al horizonte, era refrescante e incluso placentero. De pronto se encontraba lejos de la orilla y las olas ya no la acariciaban, por el contrario cada vez los golpes eran más fuertes, y en tan solo unos segundos todo quedó oscuro.

-          ¿Estás bien? – preguntó el joven -
-          Fue un mal sueño - contestó –
-          ¿Puedes contarme?
-          Estaba en la playa y de pronto me ahogaba, no podía salir, fue horrible
-          Eso tiene un significado
-          ¿Cuál es?
-     Una amiga me contó que si en tu sueño pisas la arena, predomina la razón en tu vida, pero si te mantienes en el agua son las emociones las que te dominan, claro que hay casos en los que permaneces en la orilla, en equilibrio.
-          Interesante, pueda que haya algo de cierto en eso. Por cierto ¿cómo te llamas?
-          Mateo y ¿tú?
-          Alejandra

Conversaron durante todo el viaje, y no se equivocó, sí era de nacionalidad española, madre peruana y padre madrileño, vivió un tiempo en Europa pero regresó a Perú antes que comenzara la mala situación económica. Era un chico de 30 años, divertido, entusiasta, definitivamente tenía un buen sentido del humor y gracias a Mateo el viaje fue menos aburrido.

Visitó algunas ciudades del Perú e incluso del extranjero, tenía muchas fotos en su cámara, lugares impresionantes, conocía a bastante gente y de introvertido no tenía nada, por el contrario, era un libro abierto y muy accesible para hacer amigos.

Conforme transcurrían las horas, el calor iqueño se sentía con más fuerza, guardó su polera y sacó el bloqueador. Era casi medio día, su estómago sonaba, y él se reía en su cara, eso no le hacía mucha gracia, sin embargo a los pocos segundos también terminaba riendo.

Mateo estudió psicología y se había dedicado a su profesión por un tiempo, luego se enfocó en viajar y conocer otras culturas, sin embargo eran viajes por periodos cortos, ya no era el adolescente mochilero de hace años, tenía más responsabilidades y un trabajo lo esperaba siempre. También era profesor de inglés en un instituto, lo dominaba muy bien y fue gracias al largo periodo de tiempo que estuvo en Boston. Era una caja de sorpresas, había mucho por conocer, pero ya estaban en la agencia y su guía lo esperaba, se despidieron con un hasta pronto.

Alejandra llamó a su guía, quien la estaba buscando entre la multitud, la llevó al hotel, se instaló y salió rumbo al city tour, había mucho por conocer. Todo era nuevo, gente de diferentes nacionalidades, algunos en pareja, grupo de amigos, familias, gente sola como ella, pero todos enfocados en recorrer la ciudad.

Llegaron a la Laguna la Huacachina, un oasis en medio del desierto, era el lugar perfecto para relajarse y dejar todas las preocupaciones atrás. Cuenta la leyenda que una joven llamada Huacay China se enamoró de un joven guerrero que murió en combate, lloró tanto, que sus lágrimas dieron origen a la Huacachina, y dicen que cada noche de luna llena, la mujer emerge de las aguas en forma de sirena y llora por su amado.

Todos tomaban fotos a la laguna, pero Alejandra quería encontrarse con la sirena, lástima que solo fuera una leyenda, de esas que pasan de generación en generación sin pruebas de su existencia. El paisaje era maravilloso, las palmeras recorrían la curvatura de la Huacachina, la pequeña lancha se mecía conforme avanzaba, el viento desordenaba su cabello y se llevaba viejos recuerdos. Bajó y caminó descalza, la arena ardía debajo de sus pies, escribía sobre ella frases que más tarde desaparecerían junto al céfiro.

Cachiche “Tierra de brujas”, donde leen el futuro con hojas de coca. Esos temas místicos siempre le han parecido interesantes, las famosas siete palmeras que crecieron en forma horizontal o la historia de la bruja que fue perseguida y lanzó una maldición. Dicen los lugareños que un árbol de huarango es capaz de cumplir deseos, pide y te será concedido, Alejandra sonrió y como vela de cumpleaños lanzó sus tres deseos luego de abrazar al árbol.

El sol despedía a los visitantes, cada uno regresaba a su hospedaje para descansar y recobrar energías. Alejandra tomó un baño, se puso cómoda y bajó a cenar. Pidió un pollo con espárragos en salsa borgoña y un té helado. Revisó los mensajes en su celular, para su buena suerte nada referente al trabajo, se había desconectado y eso era muy bueno.

Estaba muy atenta en los mensajes de texto, hasta que el mozo le entregó un pedazo de papel con un mensaje: “No olvides caminar siempre en la orilla”, dejó el celular y lo buscó con la mirada y se llevó una gran sorpresa cuando cruzaron miradas, estaba hospedado en el mismo hotel y no lo sabía.

-          De todos los hoteles, te encuentro aquí, casualidad de 1/100
-          Así parece, no creo que me hayas seguido – sonrió la joven –
-          ¿Tengo cara de acosador?
-          Let me see…
-          Con esa expresión me dijiste todo – soltó una carcajada –
-          Es una broma

Mientras ella paseaba en la laguna, él estuvo en los carros tubulares y haciendo sandboard. Cada uno se divertía a su manera, aprovecharon al máximo lo que quedaba de la tarde y por la noche si aún tenían energías podían visitar alguno de los bares de la ciudad o quedarse en el hotel y pedir algo.

-          ¿Cómo te animaste a viajar sola?
-      Tenía pensado venir con unas amigas pero una tenía que trabajar y la otra tuvo una operación y estaba en reposo; en conclusión busqué un tour, alisté maletas y me vine.
-          No sé… pero me da la impresión que no eres el tipo de chica que viajaría sola.
-          Uy… el psicólogo me comenzó a analizar – sonrió –
-          No… Alejandra, no me malinterpretes, solo que…
-          Algunas personas se han asombrado porque no es algo que usualmente haga, pero siempre es bueno cambiar de rutina – lo interrumpió –

La mayoría de huéspedes se fueron a sus habitaciones, solo quedaba un grupo de turistas que brindaba en la mesa del fondo. La conversación era entretenida y aún no quería irse a dormir, así que continuó la charla. La historia de Mateo era muy interesante, en algún momento escribiría sobre todo lo que le estaba contando, por el momento solo se limitó a escuchar.

Se sentía libre, toda la carga negativa que traía consigo había desaparecido, el peso de sus hombros era más liviano y todo podía verlo con más claridad, incluso aquellos ojos verdes de los cuales no se había percatado con detenimiento, tenía las mejillas coloradas por el incesante sol y el cabello color de la noche.

-          ¿Mañana que tour tienes? – preguntó Mateo –
-          Paracas y luego me voy a Nazca
-          Parece que nos volveremos a ver
-          Nos encontramos más tarde, que descanses, se te nota exhausto
-          Voy a bucear, pero si nos vemos te invito a almorzar
-          Ya veremos como estamos de tiempo, me voy a dormir, el cansancio me pasó factura

Colocó la alarma y se quedó profundamente dormida. Nuevamente la playa se proyectó en su sueño, pero esta vez no estaba sumergida completamente en el mar, caminaba y el agua llegaba casi hasta sus rodillas. Ya no se trataba de una pesadilla, la sensación del agua la relajaba y percibía el aroma salino.

Amaneció, eran las seis de la mañana, moría de sueño, quería quedarse arropada pero debía dejar todo listo porque en cualquier momento llegarían a recogerla. Bajó a desayunar algo ligero y esperó al guía.

Visitó las Islas Ballestas, la Reserva Nacional de Paracas, La Catedral, el Mirador, la playa Diablo, playa Roja, Lagunilla. Fue un día muy agitado, sin embargo, en cada trayecto las piezas desordenadas en su cabeza iban adquiriendo forma, tenía las ideas más claras. Estar en contacto con la naturaleza le permitió despejar la mente y ver todo desde otro enfoque. Hace meses, una situación la tenía irritada, algo desorientada y en cualquier momento podría perder lo poco de cordura que le quedaba, sin embargo poco a poco veía con nitidez la figura, solo necesitaba más tiempo.

Dentro de una hora saldría su bus rumbo a Nazca, compró algo para comer durante el viaje y esperó. A las siete de la noche todos los pasajeros estaban a bordo, prendió su cámara y comenzó a ver todas las fotos que había tomado hasta el momento. A los pocos minutos, un joven se sentó a su lado, no era peruano por la manera poco fluida de hablar el español con la terramoza. Le preguntó de dónde era y respondió de Francia, venía de vacaciones a Perú. Conocía muy bien sobre el proceso de la elaboración de vinos porque trabajaba en la industria vinícola en Francia, incluso le recomendó algunos nombres.

-          ¿Cuánto tiempo te quedas en Nazca?
-          Un par de días, luego visitaré Arequipa y también iré al Cusco, conocer Machu Picchu es uno de mis sueños.
-          ¿Te quedas bastante tiempo en Perú?
-          Algunas semanas, luego regreso a Francia, tengo mi familia, mi enamorada, amigos; claro que me gusta conocer la cultura de otros países, interactuar con la gente, es muy importante para mí, pero tengo a personas que me esperan.
-          Claro entiendo, siempre que se pueda es bueno cambiar de ambiente y como dices estos viajes sirven para conocer a otras personas, tradiciones, infinidad de lugares.
-          Como dice mi madre, ahora que estás joven puedes hacerlo.

Durante el viaje le comentó como preparaban el vino francés, incluían hasta cinco o más tipos de uvas, y obviamente el sabor y aroma era distinto. Alejandra se quedó con la curiosidad de probar uno de esos vinos, y lo incluyó dentro de su lista en espera de pendientes para el año. Conversaron sobre los lugares turísticos en la ciudad de las luces y le mostró algunas fotos de los destinos que había visitado.

Llegaron a la agencia y se despidieron, el hotel de Alejandra estaba en frente, cruzó la pista, se registró y tomó un refrescante baño, lo estaba pidiendo a gritos. El sueño la vencía, pero el hambre era más fuerte. Pidió cena a la habitación y prendió el televisor. Los mensajes comenzaron a llegar en fila una vez que conectó el internet inalámbrico, los contestó lo más rápido que pudo, terminó de cenar y quedó profundamente dormida, solo le quedaba un día más y pensaba aprovecharlo al máximo.

Caminaba sobre la arena, a lo lejos veía el mar, no llegaba a tocarla, escuchaba el sonido de las olas al romper en las peñas, y veías a las gaviotas desplazarse en grupo. Se sentía tranquila, a diferencia del primer sueño, podía respirar sin sentir esa presión en el pecho.

El sol la despertó por la mañana, y a los cinco minutos sonó la alarma. Era momento de dejar todo listo. El guía los llevó al aeropuerto para sobrevolar las líneas de Nazca, era algo por lo que había estado esperando desde que partió de casa. Aún faltaba una hora para su turno, así que caminó un poco, a lo lejos el francés la saludó, ella le sonrió y alzó la mano. Continuó recorriendo las instalaciones del lugar hasta que una voz conocida la llamó.

-          ¡Alejandra, nuevamente te cruzas en mi camino!
-          ¡Hola acosador!, pensé que ya te había perdido de vista
-          Parece que el destino se empeña en ponerte en cada lugar al que voy
-          Coincidencias… coincidencias
-          Marea un poco cuando la avioneta se inclina, por favor no vayas a vomitar
-          No exageres, no creo que sea para tanto

La avioneta era para cuatro pasajeros, ellos dos se sentaron atrás y la pareja de esposos adelante. Todo estaba muy bien al inicio, pero como lo dijo Mateo, Alejandra se mareó un poco. Había visto las líneas por fotos, documentales, pero jamás en vivo y directo, era asombroso, todo es distinto cuando se ve desde otra perspectiva, y ese era un claro ejemplo, de cerca jamás encontraría la forma, pero de lejos si lo podría hacer.

-          ¿Te sientes mejor? – preguntó el joven –
-          Algo, ya se me pasará
-          ¿Cuál es tu siguiente destino?
-          Aquí termina mi tour, puedo escoger cualquier otro en lo que queda del día
-          Mi grupo se va a los Acueductos y luego al Taller de artesanos, tenemos espacio, ¿te animas?
-          ¡Sí!, Let´s go…

La pasó muy bien, conoció a una pareja de ecuatorianos y dos chicas de Canadá. Se divirtió mucho, subió cerros, caminó por zonas empedradas, se deshidrató, pero al final fue un gran día. Llegaron a la ciudad y fueron a comprar algunos recuerdos en el Boulevard, visitaron la Plaza de Armas y la Catedral. Encontraron un buen restaurante y ordenaron, tenían un almuerzo pendiente.

-          ¿Hoy te vas?
-          En una hora sale el bus directo a la realidad – respondió Alejandra -
-    Pero te has divertido, quebraste la rutina, conociste gente, visitaste muchos lugares. En el fondo sientes que han pasado más de tres días ¿o me equivoco?
-          Es cierto, han sido días muy largos que jamás olvidaré
-          Yo viajo mañana
-          Y no te desanima un poco pensar que llegarás y encontrarás todo como lo dejaste
-          No… todo estará como lo dejé, pero yo volveré renovado, esa es la diferencia Alejandra
-          Palabras del psicólogo
-          Palabras de un amigo, espero que para ti las cosas sean similares

La acompañó a la agencia, y por el micrófono anunciaban la salida del bus, era momento de la despedida.

-      Recuerda que tienes una conversación pendiente en Lima, te recomiendo que lo llames cuando llegues, no dejes pasar más tiempo, tu nene te espera
-      Lo sé Ale, gracias por tus consejos, nos estamos comunicando. Tú también tienes un asunto pendiente, no dejes pasar más tiempo y sabes por qué, ya te lo expliqué.
-          Cuídate Mateo, ha sido un gusto.

Buscó su asiento, se acomodó y cerró los ojos, aún no quería pensar en el mañana. Mentalmente recordó todo lo que había sucedido los últimos tres días. Sonrió hasta que el sueño la venció.

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