¿Destino o casualidad?

Durante el insomnio se escribe una historia que solo puede contarse bajo la complicidad de la luna y el silencio de una almohada. En una noche rodeada de recuerdos, emociones y sentimientos en ebullición.

Para ella, no importaba el tiempo o la distancia. Siempre recordará aquella frase que quedó grabada en su mente: sobre la respuesta a tu pregunta ¿algo que jamás le he contado a alguien?, la respuesta es muy sencilla... nunca te olvidé en todos estos años.

El tiempo es tan relativo cuando se trata de sentimientos, muchos de ellos son volátiles como un perfume, otros, permanentes como un tatuaje. Y un pequeño grupo, son atemporales como una canción, no importa cuantos años transcurran, porque hay melodías que te emocionan con la misma intensidad a tus 20 o a tus 30.

Su historia estaba inmortalizada en páginas que solo vieron la luz de la luna. Esa noche escribió el último capítulo. Una despedida que postergó, creyendo que no era necesario un punto final. Sin embargo, el tiempo le demostró que, si la vida coloca a tu pasado frente a frente, tienes dos opciones, le sonríes y sigues tu camino, o escarbas en él, buscando respuestas que van a saciar tu curiosidad y cuestionar tu presente.

Bruno era su viejo novio universitario. De aquellos amores que despilfarran promesas y siembran ilusiones. Sin embargo, el sentimiento no siempre es suficiente, pasaron por una tormenta de rutina, celos y desconfianza, que terminaron por abrir grietas en su relación.

Después de la infidelidad de Alicia, la situación empeoró y todo lo que construyeron juntos se desmoronó como un castillo de naipes. Y solo fue cuestión de tiempo para deshacer el lazo que algún día los unió.

Las discusiones se convirtieron en el aperitivo diario y llegaron a un punto donde no había marcha atrás. Si no tomaban caminos opuestos, terminarían por destruirse el uno al otro.

No hablaron por varios meses, tiempo después se reunieron y decidieron llevar la fiesta en paz. Ella admitió su error y Bruno también reconoció que se equivocó.

Las hojas del calendario cayeron y jamás perdieron la conexión. Intentaron mantenerse cerca, como amigos, pero es imposible engañar a una piel que reconoce la caricia que la eriza, o a unos labios que destilan deseo cuando están a centímetros de distancia.

Terminaron sus estudios universitarios y tomaron caminos opuestos. Alicia no supo de él en un par de años. Hasta que una amiga le pasó una foto de él con una mujer, ambos tenían sus dedos entrelazados y usaban aros dorados.

Desde aquel día, cerró cualquier puerta o ventana que la llevara hacia él. Estaba casado y a millas de distancia. Por una parte, estaba feliz por él, cumplió el sueño de ser productor audiovisual de una compañía extranjera, pero, por otro lado, lo había perdido para siempre.

Cinco años más tarde, se encontraron de casualidad en una feria navideña. Ella buscaba algunos adornos para su casa, y él, regalos para sus sobrinos. En esta oportunidad, el escenario era otro. Bruno estaba divorciado y Alicia, casada.

Bruno le invitó un café y se pusieron al día sobre sus vidas. Él se había independizado y el negocio iba muy bien, incluso estaba como ponente en la presentación de un libro, por eso estaba de vuelta en la capital.

Mientras hablaba, Alicia lo observaba, ahora era más pausado al conversar, ya no era tan extrovertido, no tenía ese humor negro que lo caracterizaba y el sarcasmo se había reducido a la mínima expresión. Y físicamente, estaba más atractivo, los lentes con montura negra, eran la vitrina perfecta para esos ojos zafiro, su cabello ya no era un bucle desorganizado, ahora lo traía corto, había ganado masa muscular, y dejó la ropa deportiva por una casual.

Por su parte, Alicia le contó que hace dos años se había casado, tenía una hija de 1 año. Después de quedar embarazada dejó de trabajar porque decidió que lo mejor era dedicarle tiempo a la bebé.

-        No creí encontrarte casada y con una hija, siempre te imaginé viajando, haciendo planos y rompiendo corazones – Bruno sonrió e hizo una pausa – Pero como dice Vicentico, los caminos de la vida no son como yo pensaba… como los imaginaba… no son como yo creía.

-        Yo tampoco imaginé verte divorciado, supuse que serías el eterno soltero. Y no soy rompecorazones, quítame esa etiqueta – Alicia sonrió-.

-        Eso dile a mi corazón, porque no está de acuerdo contigo – le guiñó el ojo-.

La noche los sorprendió y por segunda vez debían tomar caminos opuestos. Ella vivía al sur y él se iba al norte.

-        Mañana tengo la presentación en la librería, te envío el código QR de la invitación.

-        ¿Todavía recuerdas mi número? – dijo con asombro Alicia -.

-        Claro, a menos que tengas otro número ahora. Pero desbloquéame antes, sino no te llegará el mensaje – sonrió –.

Mientras Alicia estaba en el auto recibió el texto.

-        Fue una grata sorpresa verte de nuevo, espero que no perdamos comunicación. Te espero mañana.

Jazz, libros y vino, una combinación que seducía sus sentidos, solo faltaba un beso y el aroma de su perfume combinado con su piel, para completar el coctel de emociones que despertaba cada vez que lo veía. Esa noche, Bruno presentaría el documental basado en el libro de un autor amigo suyo, con quien trabajó por algunos años en Madrid. Estaba feliz de compartir su experiencia, y la idea de tener a Alicia cerca, despertaba ese cosquilleo adolescente que hace años no sentía.

-        No te perdiste – dijo sonriendo Bruno –.

-        Esta vez seguí mi intuición.

-        Ya va a iniciar, conversamos más tarde, no te vayas.

La piel y el olfato tienen memoria. Era inevitable no sentirse nerviosa con su sola proximidad. Por algunos minutos olvidó por completo su vida actual y se sintió la veinteañera enamorada que soñaba con ser arquitecta y vivir con Bruno en una casa diseñada por ella.

Después de la presentación, se pidieron una botella de vino. Al inicio charlaron de temas superficiales, y luego el tono de la conversación fue más personal. Bruno se divorció porque la relación se volvió insostenible, no eran compatibles y ambos se aburrieron. Por otro lado, Alicia se casó con un cirujano, vivía en Los Ángeles, y después de un año visitaba a su familia con su hija.

Los temas externos a ellos se agotaron y Bruno no dudó en romper el hielo y hablar de lo que realmente importaba en ese momento.

-        Quisiera que tengamos un nuevo inicio, creo que todos nos merecemos eso. Me sacaste de tu vida, y yo te saque de la mía por un momento de rabia, de celos. Nuestra relación era muy inmadura en ese entonces y tomamos decisiones estúpidas que nos pasaron factura – dijo Bruno –.

-        Fue mi culpa, y jamás me voy a perdonar eso, no te lo merecías. Me hubiese gustado hablar y verte hace tanto tiempo, pero tú ya habías hecho tu vida y por paz mental no me acerqué. Aún seguía enamorada de ti y saber que te habías casado, estabas en otro continente y triunfabas en tu carrera, me recordó que ya me habías olvidado.

-        No tienes la culpa. Hay algo que no te conté, pero creo que ahora que nos hemos sincerado puedo decírtelo. Antes que te involucraras con el tipo, yo estuve a punto de engañarte con una chica que conocí en el bar, pero esa noche tú me llamaste, ella vio el celular y al enterarse que tenía enamorada me dejó. No hice nada, pero estuve a punto de traicionarte.

-        ¿Y dejaste que me trague toda la culpa yo sola? Cuando tú ya tenías intención de meterte a la cama con otra. No tienes ni idea el cargo de conciencia con el que tuve que vivir por años. Pero gracias por contármelo, ahora me siento menos perra – Alicia se levantó de la silla –.

-        Bruno la tomó del brazo – no te vayas porque no hemos terminado y si el destino nos ha puesto en el mismo lugar es para dejar todo claro –.

En ese momento el celular de Alicia sonó. Era la niñera para decirle que su hija se había caído y estaba camino a la clínica.

-        ¡Mi hija está en la clínica, me tengo que ir!

-        Vamos, te llevo.

El trayecto hasta la clínica se hizo eterno y cuando llegó buscó desesperadamente a su hija. Encontró a la niñera y le dijo que la pequeña se cayó de la cama y comenzó a vomitar. Alicia estaba tan alterada que le recriminó su falta de atención hasta que el médico salió para comentarle la situación de la niña.

Estaba en observación y le realizarían algunos exámenes, y uno de ellos incluía una tomografía para descartar cualquier daño en el cerebro, por el golpe que recibió.

Las horas fueron interminables, y ver a su hija anestesiada acostaba sobre una camilla solo la hizo sentirse culpable por dejarla sola. Sabía que Bruno no tenía la culpa y tampoco la niñera. La única responsable era ella y el solo hecho de imaginar que algo malo le sucedería a su hija la aterrorizaba.

Pasada la medianoche el médico le dio buenas noticias, la niña estaba fuera de peligro, pero aun debía permanecer en observación por esa noche. Después de la visita médica de la mañana le darían de alta.

-        Con todo esto olvidé preguntarte ¿a qué hora sale tu vuelo? – preguntó Alicia-.

-        Bruno sonrió – el avión despegó hace tres horas –.

-        ¿Por qué te quedaste?

-        No podía dejarte sola en este momento. Me importas y todo lo relacionado a ti. Sé el contexto en el que estoy y no pretendo regresar a tu vida y que todo sea como antes, solo quiero estar aquí para ti. Te pido que empecemos una nueva amistad. Estaremos lejos, pero siempre que me necesites tendrás como respuesta un sí.

-        Gracias Bruno, de verdad que valoro todo lo que has hecho por mí, y no solo lo digo por hoy, sino por todo – hizo una pausa – ¿Te puedo preguntar algo?

-        Sí claro.

-        Dime algo que nunca le hayas contado a nadie y yo haré lo mismo.

-        ¿Algo que jamás le he contado a alguien?, la respuesta es muy sencilla... nunca te olvidé en todos estos años. Ahora te toca responder a ti.

-        Tendrás que esperar al amanecer para tener tu respuesta – se levantó de la silla – voy a ver cómo está mi hija, ya regreso.

Después de la visita médica, Alicia hizo todo el trámite para proceder con el alta de la niña. Mientras las enfermeras la preparaban, se acercó a Bruno y le entregó un cuaderno.

-        Aquí está la respuesta. Nadie sabe que tengo un diario donde solo escribí sobre ti. Desde el primer día que nos cruzamos en la universidad hasta la noche de ayer.

-        ¿Me estás diciendo que toda nuestra historia está escrita aquí?

-        Tú eres el creativo, haz la magia – sonrió – Estoy bromeando Bruno, no espero ver mi vida en una película, solo quería que lo supieras. Para mí sigues siendo muy importante y en todos estos años, yo tampoco te olvidé.

El timbre del celular de Alicia interrumpió el momento dejándolo con una nebulosa en la cabeza.

-        Hi sweeetie, it was an accident, please don´t worry, she is fine.

No necesitaba ser experto en inglés para entender que era momento de irse. Después de terminar la llamada, ella lo buscó, pero no lo encontró, corrió hasta la salida del hospital y lo vio tomando un taxi. Ambos se abrazaron y sabían que esa era la despedida que postergaron por tantos años.

-        Imagino que tu esposo debe estar tomando un vuelo en este momento.

-        Sí, ya está en camino.

-        Nos dijimos todo, y me voy feliz porque tú también lo eres. En el trayecto leeré este cuaderno y cuando te vuelva a ver, ya sea por el destino o la casualidad, te lo regresaré. Es una promesa… de amigo.

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