CERRANDO CÍRCULOS
Capítulos inconclusos con tres
puntos al final, son la esperanza para un enamorado, la reconciliación o
venganza con el pasado y la oportunidad de reanudar lo que dejamos a medio
construir. Millones de habitantes, millones de vidas, historias que vagan
incompletas por el mundo y que tarde o temprano el viento del recuerdo voltea
sus hojas justo en la última línea a medio escribir.
Hace poco conversé con una amiga
que no veía hace mucho tiempo, perdimos contacto desde su mudanza. Por cinco
años vivió resentida, pensando en el mal sabor que le dejó un engaño. Lo
eliminó de su vida, cartas, regalos, fotografías y demás recuerdos fueron
destruidos, porque ella conoce el significado de olvidar, en todo el sentido de
la palabra. Sin embargo, las coincidencias o destino, como algunos quieran
llamarlo la pusieron frente a frente con aquel joven.
Se encontraron en uno de los
tantos viajes que ella hacía. Un tímido hola dio inicio a una conversación que
se prolongó hasta caer la noche, supo entonces, que había vivido creyendo en
una mentira y juzgando a alguien sin darle tan solo algunos minutos para
explicarle lo que en realidad sucedió.
Dicen que todos tenemos un amor
que jamás olvidaremos, y eso estaba muy claro para Gina. Tuvo una relación de
diez años, anillo incluido y embarazo a la vista, pero todo se desvaneció como
agua entre las manos. El novio la dejó y
jamás se hizo cargo de la niña. Seis meses después del nacimiento de su hija, se
comprometió y al mes se casó con otra persona. Él era un buen hombre, la quería
y respetaba, siempre estuvo enamorado de ella.
Ahora la pequeña tiene cinco años
y un hermano de dos. Su matrimonio se mantiene estable y gracias a los
contactos en alta dirección de su esposo ha conseguido que el padre de su hija
no pueda ascender y en el peor de los casos trabajar en las grandes compañías.
Él llegó a su despacho para una entrevista y ella hizo y deshizo a su antojo:
la venganza es un plato que se come frío.
Alejandro trabajó con saco y
corbata detrás de un escritorio. Se limitó a seguir órdenes día a día, siempre
anhelando lo que había dejado cuando era un adolescente. Una mañana despertó, recopiló
todos los videos que había editado y las fotografías que tomó en cada uno de
sus viajes, los colgó en Internet y envió dos cortometrajes a concurso.
Se conformaba con su sueldo, así
que decidió gastar más de lo que ganaba para verse en la obligación de buscar
otro ingreso. Un par de meses después la oportunidad se presentó como asistente
en un canal de televisión. Sus trabajos se incluyeron en una feria audiovisual que
organizó la universidad donde él había retomado sus estudios. Alejandro brilló
y encantó, dejó esa vida gris que lo hundía en un futuro nebuloso, ahora es
feliz y yo también lo estoy por él.
¿Coincidencia, destino,
oportunidad?, se presentan para bien o para mal. Esos círculos incompletos nos
recuerdan que hay algo pendiente que debemos terminar o en el mejor de los
casos continuar. ¿Cuántos círculos tengo en espera?, varios, ¿los estoy
cerrando?, sí, y continuo escribiendo historias con puntos suspensivos.
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