YO NO SÉ MAÑANA II

A pedido de una gran amiga escribí la continuación.


Me miro al espejo por última vez y me acomodo el cabello detrás de la oreja, pregunto ¿quién es? y una voz conocida responde, trago saliva y vacilante tomo la manija de la puerta. Sé que estoy a punto de traspasar la barrera que me encargué de construir cuando dijiste adiós.

Miles de preguntas danzan en mi cabeza y me es imposible encontrar las adecuadas para romper el frío e incómodo silencio que presiento nos acompañará al inicio de esta velada.



El velo cayó, y nuevamente te encuentras frente a mí, no has cambiado mucho, tu cabello está un poco más largo pero tus brillantes ojos avellana mantienen la misma intensidad al mirarme. Sonríes y te acercas a saludarme, trato de mantenerme distante pero mi fortaleza se desmorona al sentir el cálido y prolongado abrazo.


No puedo ser un bloque de hielo cuando estás a milímetros de mis labios, el silencio no es tan molesto como imaginé. Ya no escucho la lluvia y el motor de los carros se oye cada vez más distante. ¿Estás aquí o es otro más de mis sueños?, me pregunto a mí misma.


Un molesto sonido me despierta, el sol no ha salido y el cielo permanece gris, triste e indiferente. Tomo una taza de café, miro el calendario y suspiro.

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