FIN DEL CAPÍTULO

El amor, calidez, locura y entrega. Quienes realmente nos enamoramos conocemos el significado de entrar a ese mundo de ensueño, que a veces se transforma en un infinito invierno, el cual tarde o temprano termina. Como dijo un amigo (qué será de él), después del eclipse vemos el sol, y tuvo razón al decirlo, ahora le doy la razón.
Hace algunos días conversaba con una vieja amiga, mi mejor amiga, y me contaba una de sus tantas historias. Pero esta vez la noté distinta, no estaba triste como la última vez que habló sobre el “tipo ese”. Sentía la frialdad en sus palabras, la resignación, había decidido voltear la página y nada ni nadie la haría cambiar de opinión. Sabía que había hecho mucho, dejó su orgullo de lado y no continuaría haciéndose más daño.
Las cartas, regalos, fotos, mensajes de texto y número telefónico irían directo a la máquina trituradora del olvido, y, en una bolsa negra asfixiaría cada detalle que le impedía continuar con su decisión de dejar el pasado en su lugar.
Las baladas ya no serían la melodía que acompañaría su llanto cada noche. Sus ojos están secos ahora y sabe que es momento de dejarlo ir.


“Hoy dejo el cementerio de los recuerdos y me quito el luto por un amor que no está junto a mí. Soy la viuda que ya no llora. Ahora tengo el corazón como una roca y me repito que está de más desempolvar viejas fotografías que no tienen futuro, y por lo tanto, es mejor dejarlas en el álbum. Si tus besos eran fuego, la despedida fue el hielo que se encargó de enfriarlos, sí con tus caricias tocaba el cielo, hoy sólo son recuerdos de hojas secas sobre mi piel.
El dolor se desvaneció y sólo quedó un profundo vacío en mi interior. Antes tu recuerdo me acompañaba, y ahora que obligué a mi mente borrarte completamente, he quedado sola, sin tristeza ni alegría, he caído a un pozo y solo veo oscuridad a mi alrededor.
La cascada de palabras no fluye cuando pronuncio tu nombre, ya no eres la tinta de mis cartas, eres un desconocido que tiene un rostro conocido. Ya no me inspiras, ya no siento amor ni odio, ninguno de los extremos de esta línea emocional se ha posicionado.
Estoy en medio, en medio de un dilema, ¿dejar de sentir o volver a vivir, sabiendo que puedo sufrir?. Veo la luz verde del semáforo, y voy a cruzar la pista sin mirar atrás.”



Te conozco y estoy segura que será la mejor decisión. Y como dice la canción… él es el que perdió.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
yo fui el que perdio, y cada dia que pasa me arrepiento, lo juro no hay un solo día que deje de pensar en ella, así nunca podré ser feliz, haría lo imposible por recompensar el haberla perdido y si tengo la oportunidad nunca más la dejaría ir, siento que ella es para mi y que yo soy para ella.
Anónimo ha dicho que…
HOLA
Me parece muy interesantes los relatos que estan en tu blog y realmente te felicito son muy buenos.

tu amigo

Gerardo Zapata

Entradas populares de este blog

Monotonía

¿Destino o casualidad?

Todos los caminos te llevan a Roma: parte II