NOCHE ANECDÓTICA

La gran mayoría eran chicas cuyas edades oscilaban entre 15 a 30 años, todas entusiasmadas esperando la llegada de los dioses griegos que uno por uno desfilaban como modelos de pasarela con sus mochilas al hombro.
Delante mio las jarras de cerveza, las botellas de ron y wisky no se hacían de esperar.
El escenario estaba listo, las luces multicolores se movían al compás de la música y el fuego artificial encendía la noche gélida.

La música se intensificó y vi correr a la multitud de féminas hacía el estrado, rodeándolo por completo, muchas de ellas se subían a los hombros de sus amigos y otras optaban por subirse a las sillas para apreciar más de cerca el show que prometía convertirse en un Sodoma y Gomorra del siglo XXI. Las mujeres desenfrenadas gritaban como locas, aclamando la llegada del aperitivo, quien abría el show de la noche; disfrazado como un anciano, con terno, bastón, máscara que resaltaba una prominente nariz y arrugas y una peluca gris. La música cambió de tono desde un bolero cantinero de los 80 a un “Arde papi”... El anciano se quitó la máscara, dejando a la vista de todas, un rostro más joven de 25 años, convirtiéndolo en un bocado cada vez más deseado… todas pedían a gritos se quite el saco… ¡que suba la novia! Gritaba un grupo cercano a mi… las cámaras y celulares retrataban el momento en el que el joven extendió su mano y la mujer subió, se sentó en una silla, y al estilo de los chicos piso 14, el bailarín se quitó prenda por prenda hasta quedar en una diminuta tanga, dejando al descubierto atributos que excitaron al público presente.

Acabó el primer espectáculo de la noche y a los pocos segundos un uniformado de la marina hizo su aparición teniendo como fondo musical “My heart will go on” de Celine Dion, caminó lentamente y se sentó en una silla, dando la espalda al público femenino. Uno… dos… tres… “Man I feel like a woman” de Shania Twain dio inició al desenfrenado show del uniformado, quien dejó caer el gorro y al ritmo de la música con movimientos sensuales se desabotonó el saco y lo dejó caer a vista e impaciencia de todas. ¡el polo!... gritaba otro grupo… el postre de vainilla, se acercaba al filo del estrado invitando a las mujeres a subir, algunas tímidas retrocedían, mientras otras subían sin vergüenza alguna… ¡el pantalón!... un grupo de jovencitas que tenían cámaras en mano, esperaban atentas que el show se ponga cada vez más caliente.

Después de despedir con palmas al uniformado que se retiraba con una toalla en la cintura, hubo un descanso, un suspiro, un respiro; reunir fuerzas para dos presentaciones más: el vaquero y el hombre lobo…

CONTINUARÁ...

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
jajaja amigua siq t divertiste!!! wow y como lo relatas... io tb estoy viviendo aquello, pero (claro) imaginariamente!!!! wow!!!!
q espectaculo!!!!---sany

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