JUEGO DE NAIPES
El avión estaba por salir, a una
hora de la despedida, ella no quería irse y él deseaba que el tiempo se
dilatara, pero el pasaje que estaba sobre el tocador no era muy alentador. Él
le dijo: ¡te tengo una sorpresa!,
ella volteó y lo miró asombrada. No podía descifrar lo que tramaban esos ojos
traviesos.
Sacó de su cajón un mazo de naipes, las barajó y las puso sobre la cama, inmediatamente le pidió que
partiera en cuatro y las distribuyera siguiendo sus indicaciones. La joven no
dudó en hacerlo, todo era muy interesante e inusual.
Pasados algunos minutos, volteó
cada carta del grupo y se dio con la sorpresa de los mensajes en el As de
corazón, espada, diamante y trébol. ¿Casualidad?, ¿magia?, ¿cómo lo hizo?,
secreto que jamás le contó, solo sonreía tímidamente.
Pero eso no fue todo, él creía en
las almas gemelas, decía que dos personas estaban predestinadas a estar juntas
pese a la distancia, el tiempo y las dificultades. Le pidió que escogiera una
carta pero que no se la enseñe, el comenzó a pasar carta por carta hasta que
ella le pidiera que se detenga, en ese momento él escogería su carta.
Al mostrar sus cartas, grande fue
la sorpresa, As de corazones y As de diamantes, lo mismo se repitió en un par
de ocasiones más. El juego consistía en encontrar cartas del mismo número
corazones y diamantes o tréboles y espadas. Si ambas personas coincidían significaba
que eran almas gemelas. ¿Será cierto?, ella no creía en supersticiones o cosas
de ese tipo, sin embargo era mucha coincidencia.
Miró el reloj, estaba sobre la hora. Subieron al auto y se dirigieron al aeropuerto. Durante el camino ninguno de los dos dijo algo. Había sido un verano inolvidable, pero debían volver a la realidad, cada uno debía continuar con su vida habitual; sin embargo se llevaban los mejores recuerdos de aquellos meses.
“Los pasajeros sírvanse abordar por la puerta de embarque número 1”.
Se miraron por última vez y un prolongado beso puso puntos suspensivos a su
historia. A diferencia de los argumentos de las películas con final feliz, ella
no se quedó, cogió su maleta, le mandó un beso volado y se fue, aún sintiendo
el sabor de un hasta pronto.
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