SAPO AZUL
“Cansada de
besar sapos”, es una película mexicana con una trama peculiar y que no es ajena
a nosotras. Cenicienta, Blanca Nieves y La Bella durmiente tuvieron suerte de
encontrar a sus príncipes, pero no vivimos en un cuento y la realidad se aleja
abismalmente del “vivieron felices”.
Pastillas para la amnesia,
pegamento para el corazón y unos lentes que nos permitan ver el alma de las
personas serían las mejores alternativas en estos casos, pero aún no se han
inventado. Por eso lloraremos hasta quedar abrazadas a la almohada y
maldeciremos a todo su árbol genealógico mientras tengamos un lazo de espinas
en el corazón.
Escucharemos canciones que nos
llevarán como un submarino a las profundidades del dolor. Cuando el oxígeno se
agote tenemos dos opciones: nadar con todas nuestras fuerzas para salir a la
superficie, o ahogarnos y dejar que nuestro cuerpo salga a flote. Es ahí cuando
nuestra fuerza de voluntad marcará la diferencia.
¿Por qué no te das una
oportunidad?. El común denominador en el grupo de amistades quienes preocupados
por “nuestra felicidad”, nos llevarán a la feria del amor. Estará la montaña
rusa de la alegría, los carritos chocones de la tristeza, las sillas voladoras
del olvido y tiro al blanco a los enemigos.
Al finalizar la feria nos
tropezamos con el “juego príncipe o sapo”. Así como todos, la entrada es libre,
el único requisito es hacer todo lo que nos pidan dentro. ¡Sorpresa!, a lo
lejos un grupo de chicos vestidos con distintos trajes esbozan una sonrisa
fresca. Es momento de la presentación.
Julio el romántico, Sebastián el
divertido, Rubén el deportista, Santiago el intelectual y Alfredo el ex. Son las
citas a las cuales tenemos que ir, porque esa fue la condición para ingresar al
juego. Todos los chicos tienen un número y debemos seguir el orden de las
invitaciones, iniciando con el romántico y terminando con el ex.
Una fogata frente al mar con Julio
nos recordó que los detalles nos enamoran más cada día. Una noche de conciertos
y discoteca con Sebastián era lo que necesitábamos para expulsar la energía que
teníamos contenida. Disfrutar de un paseo en el campo con Rubén, estar en
contacto con la naturaleza, escalar la montaña más alta y gritar hasta perder
la voz nos inspiró y liberó de las ataduras del pasado. Una larga charla con
Santiago donde las horas se mantenían estáticas en nuestra mente, matizaba una
rutinaria tarde. Nunca estaba perdido en el espacio, siempre tenía algo útil
que decir.
Y para cerrar con broche de oro
falso, la cita con Alfredo, la que ella esperó desde el inicio y que poco a
poco fue perdiendo el interés en que se concretara. Sabía el rumbo que tomaría
la invitación y no la sorprendía, se convertiría en sapo al finalizar la
salida. Ahora venía la pregunta del millón: ¿a quién escoges?.
Salió del lugar y sus amigas
entusiasmadas le preguntaron a quién había elegido. Ella sonrió y respondió: al
espejo. Se miraron sorprendidas y no tuvieron más alternativa que respetar su
decisión. Llegó a la conclusión que todos los príncipes tienen algo de sapos y
que los que los sapos, jamás se convertirán en príncipes.
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