TENTACIONES: ¿LAS BUSCAMOS O HUIMOS DE ELLAS? PARTE I

A lo largo de nuestra vida se nos presentan situaciones en las cuales debemos tomar una decisión. Aquel momento donde el ángel aparece encima de nuestro hombro derecho diciéndonos: “No lo hagas, te vas a arrepentir”, y al lado izquierdo tenemos al demonio que nos dice: “Hazlo… es lo quieres… no te detengas”.
Hay muchas clases de tentaciones, pero haré énfasis en la tentación del plano amoroso, cuando alguien se ve tentado a ser infiel o cuando queremos hacer alguna “travesura”. Pero ¿uno busca la tentación?. He escuchado las frases: “Pero soy un ser humano”… “la carne es débil”… “yo no quería que esto suceda”… “fue solo el momento”… “tenía unas copas de más”… “no era dueño de mis actos”… "no pensé que las cosas llegarían tan lejos"... "todo pasó tan rápido"... "no sé que me sucedió"... etc.

Les contaré la historia de Rebeca, quien tenía una relación de cuatro años con su enamorado, pero en los últimos meses la relación no iba muy bien porque habían caído en la rutina, por ende las cosas ya no eran iguales. Rebeca, una chica extrovertida, sociable, físicamente atractiva y con un trabajo estable. Ricardo, un chico serio, centrado, responsable con un trabajo estable también.
Una noche Rebeca tenía una cena con el staff de trabajo de la oficina para cerrar un negocio, en el cual dos personas debían estar a cargo del proyecto. En un inicio Rebeca trabajaría con Ernesto, pero se hizo un intercambio de administradores, Ernesto se iría a la sucursal de Lima y quien estaba encargado allá se trasladaría a Trujillo. Grande fue la sorpresa de Rebeca porque no se esperaba trabajar con alguien nuevo, pero para ella no era difícil adecuarse al cambio porque era muy buena trabajando en equipo.
Gonzalo era un chico innovador, creativo, carismático que rompía los esquemas establecidos por Rebeca. Ella proponía una estructura para el proyecto pero Gonzalo le daba giros e ideas inesperadas que le gustaban a ella. Rebeca reestructuraba las ideas, adecuándolas a las propuestas que ella daba y el supervisor de su proyecto estaba maravillado con el trabajo de equipo. Las semanas pasaban y Rebeca prácticamente vivía en la oficina porque el trabajo era arduo y necesitaba aprovechar todo el tiempo posible, además Ricardo la había descuidado mucho porque se dedicó cien por ciento a sus estudios de maestría, y las pocas veces que se veían sólo comentaban del trabajo, más no de lo mal que iba la relación. Pero alguien debía romper el hielo que se estaba solidificando entre ellos, y quien lo hizo fue Rebeca, ella cansada de toda esta situación le planteó que lo mejor era terminar porque la relación ya no daba para más; Ricardo no estuvo de acuerdo, él le dijo que la amaba, que era la mujer que toda su vida había estado esperando, pero que últimamente había estado preocupado por concluir sus estudios de maestría, necesitaba un poco de paciencia, además él estaba seguro que los sentimientos de ella no habían cambiado, sólo que la falta de tiempo la había hecho tomar esa decisión.

Rebeca estaba aburrida, cansada de la misma rutina, almorzar juntos cuando se podía, cenar en casa de los padres de él cuando la señora la invitaba, ya que su querido hijito no lo hacía porque estaba ocupado. Pero luego de la conversación con Ricardo las cosas cambiaron relativamente ya que él le envió rosas y una caja de chocolates a la oficina con una tarjeta que decía: “con amor… de Ricardo”… tuvieron una cena romántica en el departamento de él, conversaron sobre aquellos tiempos en la universidad; todo parecía volver a ser como antes, pero luego de una semana las cosas se volvieron a enfriar.
Gonzalo y Rebeca trabajaron hasta tarde, casi nadie se había quedado en la oficina, sólo se escuchaba al personal de limpieza depositar la basura de los papeleros en las grandes bolsas negras.
-Es tarde… ya me tengo que ir, estoy cansada y tengo un terrible dolor de espalda.
-Tienes razón… hemos trabajado peor que obreros (risas) ¿si quieres te hago masajes? Verás que mañana estarás como nueva.
-¡So sweet!... gracias
Gonzalo se puso detrás de Rebeca y puso sus manos en los hombros de ella y fuertemente comenzó a presionarlos con los dedos índice y pulgar. El masaje duró algunos minutos, pero para Rebeca fueron horas porque se sintió completamente relajada y libre de presión.
-¿Qué tal?
-Excelente, me siento mejor, gracias, pero ya me tengo que ir… nos vemos mañana
-Es viernes… te invito un trago
-No creo… mejor otro día
-¡Vamos!... no seas mala, acompáñame el día de mi cumpleaños
-¡Qué!... ¿tu cumpleaños?... ¡eres un mentiroso!.
-(Risas) No te miento… es la verdad, sólo que como soy nuevo no se lo he comentado a nadie, pero me gustaría que me acompañes.
-(Lo abrazó) Feliz cumpleaños Gonzalo, está bien… pero sólo un rato nada más porque mañana tengo que levantarme temprano.
- Gracias...

Llegaron a un bar que estaba cerca a la playa, nunca había ido a ese lugar, pero el ambiente era agradable y elegante. Ambos conversaron sobre cosas de su pasado, sus perspectivas para el futuro. La confianza que le inspiraba Gonzalo fue tanta, que le contó sobre la situación con Ricardo, él le aconsejó y le contó una experiencia personal muy similar con una ex. Las horas pasaban y la conversación estaba tan amena que no se dieron cuenta lo tarde que era.
Gonzalo la llevó a su casa, pero grande fue la sorpresa de Rebeca al darse cuenta que no tenía las llaves de su casa, las había dejado en la oficina a lado su memoria USB y el celular. Se dijo a sí misma ¿dónde dormiría?.
-Soy una tarada, he dejado las llaves en la oficina, y mi celular también…
-Puedes ir a mi departamento si deseas…

En ese momento ella no sabía que responder, lo tenía delante y no lo sentía como a un extraño. Desde el momento que sus manos tocaron su cuerpo había sentido una sensación inexplicable que hacía mucho tiempo no sentía, y las horas que pasaron juntos en el bar fueron mágicas, se sintió importante, no fue volátil como para Ricardo. Además la mirada viva, provocativa y seductora de Gonzalo la estaban haciendo tambalear en la cuerda floja. Era un compañero de trabajo, pero a la vez era un pata que en unas semanas la había hecho sentirse viva, el color gris estaba cambiado por una gama de colores; además varias veces en la oficina se había dado cuenta que Gonzalo la miraba de reojo, le sonreía. No sabía si lo del cumpleaños era una invención, pero lo hubiera mencionado o no, ella de todas maneras hubiera ido con él porque sabía que no lo iba a pasar mal, pero no planificó dejar las llaves ni el celular, a pesar que siempre ha sido muy cuidadosa pero en ese momento Gonzalo llenó todos los espacios vacíos que tenía. No va a pasar nada… se decía a sí misma, recuerda que tu amas a Ricardo y sólo es una confusión lo de Gonzalo, no vas a tirar todo a la borda por una noche de aventura, es un amigo pilas, bacán… pero que en el fondo deseaba besar apasionadamente, pero sus principios se lo prohibían, ¡al diablo los principios!... ¿y Ricardo, dónde queda?... ¿pero dónde quedo yo?... ¿qué hago?...
-Vamos Rebeca, ¿o piensas dormir en el jardín? (risas)
Una voz le decía: “anda a la casa de Casandra, será lo mejor”… otra voz le decía… “no va a pasar nada que tú no quieras que pase… es sólo tu amigo… ¿qué podría pasar?”
-¡No seas chistoso!... Bien ocurrente eres ¿no? (risas)
Eran las tres de la mañana y no podía quedarse a esperar a que amanezca, además la noche estaba muy fría. ¿Ir a casa de Casandra o de Gonzalo?... ¿Qué hago?...
CONTINUARÁ...

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