La chica de al lado, Parte III
Una llamada inesperada le alegró el día, Diana, una vieja amiga de la universidad estaba de vacaciones en la ciudad y aprovecharía su estadía para verlo.
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¡Feliz
cumpleaños Thiago!
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Gracias
Diana, si no es mi cumpleaños ni te acuerdas
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Sin dramas
querido, siempre te envío luz y buenas vibras desde donde estoy. Te cuento que
estaré en la ciudad por algunos días, así que cancela o posterga todo lo que
tengas pendiente.
Diana era arquitecta, pero en sus ratos libres leía el tarot, sus amigos
decían que era muy acertada, y la visita le cayó como anillo al dedo a
Santiago. Ella podría despejar la nebulosa que tenía desde que conoció a
Valeria.
Las cartas estaban sobre la mesa y la expresión en el rostro de Diana
cambió, dejó a un lado las bromas, miró por algunos segundos el tarot y luego
clavó su mirada en los ojos de Santiago, no necesitó que él le contara sobre la
chica que había atrapado su corazón en tan poco tiempo, ella lo sabía, y no
solo por la interpretación de los gráficos en el tarot, sino por la energía que
sentía.
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Ya es
momento de darte una oportunidad, y no te asustes o preocupes por lo que
sientes ahora, si te preguntas del porqué de cada emoción o sentimiento, no vas
a llegar a algún lado, solo a llenarte la cabeza de interrogantes que no vienen
al caso responder, recuerda que el tiempo es el mejor aliado, te muestra el
camino, te explica los motivos, no intentes buscar respuestas o explicaciones
ahora.
-
¿Por qué
tengo la sensación de conocerla de algún lado? Es una conexión tan fuerte, y no
sé si me pasa solo a mí, o ella también lo siente.
Hace un par de años Santiago sufrió un terrible accidente y su novia
falleció, desde aquel día todo cambió para él, se sintió caer en un abismo, un
hoyo tan profundo del cual no podía salir, no tenía las fuerzas para enfrentar
la realidad, el coctel de antidepresivos maquillaba su estado de ánimo, y las
visitas al psicólogo y psiquiatras eran más frecuentes que las salidas al
supermercado.
Por mucho tiempo se desconectó del mundo, la herida estaba muy fresca y
necesitaba sanar. Él sabía que la parte física se curaría más rápido, lo que le
tomaría tiempo sería el lado emocional. ¿Cómo olvidar a la mujer con quien
esperaba compartir el resto de su vida? Con quien había imaginado un futuro,
una familia. Con ella sintió lo que, con ninguna, tomar su mano, verla a los
ojos, escuchar su voz, ella era la mujer de sus sueños, sacó la mejor versión
de él; sin embargo, su paso por este mundo fue tan breve. Se preguntaba todos
los días por qué él se quedó, por qué no se lo llevaron, probablemente vinimos
al mundo con una misión y él aún tenía pendientes.
La vida le había dado otra oportunidad, y después de mucho tiempo se
sentía capaz de pasar la página y escribir una historia nueva. No sabía si
Valeria sentía lo mismo, después de pasar tan cerca del filo de la muerte, aprendió
que la vida es tan breve, y no podemos dejar pasar momentos y dejar de conocer
personas pensando en qué pasará luego, porque mientras pensamos el reloj de
arena empieza su cuenta regresiva.
El día se pasó muy rápido, Santiago acompañó a Diana al looby del
edificio mientras esperaban a su esposo, ambos bromeaban y recordaban aquellas
épocas universitarias, donde todo parecía ser más sencillo. De repente llegó
Valeria, Thiago las presentó y se quedaron conversando un rato.
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Valeria te
presento a Diana, una vieja amiga
-
Mucho
gusto Diana
-
Antes que
lo olvide, este es un pequeño presente por tu cumpleaños – dijo Diana mientras sacó
un paquete de su cartera -.
En ese momento el esposo de Diana llegó y se despidió de Santiago y
Valeria. En el trayecto al piso 10, Valeria le reclamó “en broma” por qué no le
había comentado sobre su cumpleaños, y él tímidamente, dijo que no era una
fecha que le guste celebrar, ella también le comentó que ese día no era el
mejor de su vida, pero que había entendido que un número en el calendario no iba
a cambiarle el estado de ánimo.
Esa noche fue diferente, vieron una película, pidieron pizza, brindaron
con vino. Por primera vez después de varios años, las canciones tuvieron
sentido y los paisajes color. La sensación de calidez, tranquilidad que sentía
era como una cobija tejida por la abuela que abrigaba una noche lluviosa de
invierno, iluminada solo con la luz de la luna llena.
-
No quiero
parecer indiscreto, si no quieres contarme, lo entenderé, pero ¿qué te pasó un
día como hoy? – preguntó Santiago –
-
Hace meses
te hubiera cambiado de tema, pero ahora lo que me pasó lo siento tan distante,
y ya no me causa dolor como una herida abierta; no te voy a mentir, quedó una
cicatriz y eso me recordará lo que viví, pero no podía quedarme encapsulada en
un recuerdo. Hace un par de años viajé con mi mejor amiga, era su despedida de
soltera, estaba a pocos días de casarse y nos fuimos de turistas por las playas
del norte, al regreso no encontramos pasaje y tomamos un bus cualquiera, teníamos
que llegar a tiempo para las pruebas de maquillaje. A mí siempre me gustó ir al
lado de la ventana y le rogué que al ser su último viaje de soltera me diera su
asiento, prácticamente le rogué para cambiar de sitio, ella aceptó. Horas más
tarde asaltaron el bus, hubo disparos ente los delincuentes y dos policías que
estaban a bordo, me agaché y solo escuchaba los gritos de la gente, los tiros, toda
mi vida pasó en cámara lenta, fue una sensación indescriptible. De pronto todo
quedó en silencio por un momento, me levanté y la vi a mi lado, mi mejor amiga,
quien tenía toda la vida por delante, se había ido en un segundo.
-
Disculpa…
no quise que recordaras esto.
-
No te
preocupes, me costó mucho superar su partida, me sentí culpable porque yo le
insistí para cambiarnos de lugar, ese tiro era para mí no para ella, no la
cuidé, no pude hacer nada para salvarla… esa culpa la llevé por mucho tiempo,
estuve en terapia, medicada, o mejor dicho, dopada, hasta que me di cuenta que
no podía quedarme en ese hueco, era la única que se culpaba por lo sucedido, si
no ponía de mi parte me hundiría más y no solo me haría daño, sino también a
quienes me quieren, mi familia, mis amigos, y al que en ese entonces era mi novio.
No te voy a preguntar qué pasó contigo hace dos
años, hoy es tu cumpleaños y el protagonista eres tú, lo que te conté es solo un
paréntesis, ya conoces algo más de mí, no es algo que grite a los 7 vientos,
pero espero de todo corazón que lo pasó conmigo pueda ayudarte. No sé por qué o
cómo lo sé, pero eres alguien muy especial, y aunque no me lo explique aún
siento que te conozco de algún lado, no creo que sea el vino – sonrió – es algo
que me pasó desde que te vi la primera vez.
Ambos se quedaron callados, el silencio no era incómodo, solo una
prolongación de las palabras convertidas en emociones, en sentimientos
encontrados a los cuáles no encontraban explicación. Fueron interrumpidos por una
llamada, una amiga de Valeria la llamó para avisar que la esperaba en el primer
piso, habían quedado en salir para tomar un par de tragos. Se despidió de Santiago
con un beso en la mejilla y se perdió en el ascensor.
Miró el reloj, eran las siete de la mañana, ¿quién tocaba el timbre a
esa hora?, se puso un polo y fue a ver quién era, le pareció raro encontrar un
sobre debajo de la puerta, porque la correspondencia la dejaban en recepción, la
abrió y quedó sin palabras, era un retrato de él firmado por Valeria.
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