La chica de al lado, Parte II

Recuerdo aquella tarde que regresaba del supermercado y la vi sentada en la escalera, la pude identificar por el tatuaje de enredadera en su pierna. Me acerqué a saludarla, ella amablemente me respondió con un tono impaciente e incómodo. Me comentó que olvidó sus llaves en el departamento y esperaba la llegada del cerrajero, le ofrecí mi sala para que sienta más cómoda, pero ella prefirió quedarse esperando fuera.

Hasta enojada se veía preciosa, fruncía el ceño y hacía una mueca con los labios, conseguía hacerme sonreír con tan solo recordarla. Desde que la vi no se me quitó la idea de conocerla de algún lado. Es la primera vez que sentía una conexión tan fuerte con una desconocida y no tenía nada que ver con su físico, era una joven muy atractiva pero no era el imán que me atraía, era algo más, algo que aún no podía descifrar.

Mientras cocinaba y veía Shark Tank sonó el timbre, me pareció extraño porque no me habían llamado de recepción. Y grande fue mi sorpresa cuando la vi sonriente en la puerta de mi departamento.

-        Lo estuve pensando… y aceptaré tu propuesta – dijo Valeria –

-        Claro… pasa, ¿qué te puedo ofrecer? Tengo agua, jugo, gaseosa – Santiago respondió –

-        Un vaso con agua está bien, y si tuvieras hielo, muchísimo mejor

Fue una tarde inolvidable, compartimos como si nos conociéramos de años, me contó sobre su gran pasión: la pintura y el dibujo, estaba muy nerviosa porque dentro de pocos días tendría una presentación en la galería más grande e importante de la ciudad. Trabajó por muchos meses en el concepto y en los lienzos, dejó su esencia en cada uno de ellos y esperaba ansiosa las propuestas.

Ella era de esas personas con quien jamás mirarías el reloj, solo te acomodarías en el mueble a disfrutar de la mejor compañía, era de esas chicas que te dejan desarmado con su forma de ser, capaz de besar cada una de las cicatrices de tus batallas y sería ese timón cuando te sientas desvanecer y perder el horizonte, ella podría traerte de regreso, recordarte quien eres y a dónde vas.

Cómo alguien a quien aparentemente no conocía se había convertido en la almohada donde estaba seguro podía dejar mi corazón. Podía vendar mis ojos y dejarme guiar solo con su voz, no importaba que tan alto estuviera, ella era el arnés me impediría caer al vacío, de donde me rescató.

El cerrajero la llamó para decirle que llegaba al edificio en 5 minutos, Valeria me agradeció por el hospedaje temporal, aunque fuera por un par de horas, y antes de irse me dijo algo que me dejó pensando.

-        ¿Crees en el destino o la casualidad?

-        ¿Por qué lo dices? – le pregunté asombrado –

-        Solo era una pregunta, me encantó charlar contigo, ojalá se repita -respondió-


Comentarios

Entradas populares de este blog

Monotonía

¿Destino o casualidad?

El narcisista