Tan lejos y tan cerca a la vez
De regreso por una calle desierta, acompañada solo por la luz de la luna llena, me preguntaba ¿hasta
cuándo estaremos en la espera de alguna vacuna para protegernos del Covid19?, una pandemia que arrasa como pólvora a su paso con todo aquello que se cruzaba en su camino. Quien diría que el asma sería mi pase VIP para trabajar desde casa. No me emocionaba la idea de un encierro involuntario, pero no tenía opción.
Llegar al departamento y encontrar las luces apagadas me recordaba la
realidad, el aroma a soledad invadió cada rincón. Me pregunté en qué momento
todo cambió, cuándo se acabó la conexión, cuándo nos convertimos en dos
extraños sentados en el sofá, cada uno encapsulado en su mundo. Las risas
frente a una pantalla del celular eran más frecuentes y el distanciamiento
social del que tanto se hablaba, no era difícil entre nosotros, no solo por
nuestra ubicación a cada extremo del mueble, sino por la distancia emocional
cada vez más abismal.
Tiré las llaves sobre la mesa y dejé los zapatos en la entrada del
departamento, caminé descalza hasta el baño, prendí un incienso y las velas,
puse a Alejandro Sanz en Spotify. El nudo más difícil no era el de los hombros
o el de la zona lumbosacra, sino el que tenía en la garganta, y no había
analgésico que pudiera descontracturar un dolor así.
Mis lágrimas se mezclaron con el agua de la ducha y la presión en el
pecho cada vez era más fuerte, los recuerdos golpearon mi presente con la
fuerza de una cascada. ¿Por qué los recuerdos más bonitos duelen más?, porque
es la heroína que jamás volveremos a tener.
¿En qué momento nos convertimos en protagonistas de la serie “Dark”?,
viviendo en dos mundos paralelos, haciendo las mismas cosas al mismo tiempo,
pero a la vez tan lejos. Me es imposible adivinar que pasa por tu mente o tu
corazón, pero esa vocecita en mi cabeza de que algo no anda bien parece alzar
poco a poco el volúmen.
Me acuesto, y trato de no hacer ruido para no despertarte, y mientras
intento dormir, para despertar en un día que parece fotocopia del anterior, tu
celular suena, ¿quién te escribe? ¿o será alguna actualización del equipo?,
intento no pensar o indagar; cambio mis pensamientos y de pronto sonrío, mi
amiga a quien acompañé a la clínica, dio a luz a un hermoso niño, sus papás,
dos diabéticos hipertensos y su esposo recluido en la mina, la dejaban sola en
el momento más importante de su vida, y no iba a permitir que mi mejor amiga
llena de miedo e incertidumbre esté sola, salí de casa lo más pronto posible
apenas empezaron las contracciones.
Creo que no podría tener la valentía de criar a un ser humano, de
moldearlo para que se enfrente a la vida, ni siquiera puedo solucionar mis
propios problemas, tengo tantas preguntas que se quedan suspendidas en el techo
de mi habitación, y un niño solo traería más desorden a mi vida; pero me alegro
por ella.
El sueño me vence, y estoy feliz por eso, es el único momento en el que dejo
de pensar ¿hasta cuándo seguiremos así?, ¿seguirás enamorado de mí?, ¿qué
sientes realmente?... por fin Morfeo me libera de la realidad.
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