La chica de al lado, Parte I
La noche cayó sin darme cuenta, prendí las luces de la sala, abrí la
refrigeradora y solo tenía dos panes y una manzana, nada atractivo para mi
gusto, así que pedí una pizza por delivery, y este fue el punto de partida
donde mi camino y el de Valeria se cruzaron.
Después de más de una hora de espera, llamaron de recepción para recibir
el pedido, cogí rápidamente las llaves y bajé, el ascensor estaba a punto de
cerrarse y una joven entró a las justas. Me sonrió dándome las gracias mientras
hablaba por celular, al parecer se le había hecho tarde y la estaban esperando.
El tiempo que tomó en llegar al primer piso transcurrió en cámara lenta,
ella era una fotografía en movimiento, tenía el cabello ébano, el atardecer en
sus ojos, mejillas pétalo de rosa y labios escarlata. Su risa era muy
contagiosa, aunque ella no lo notó me hizo sonreír, sentí una calidez que
comenzó a calmar la tempestad de mi interior, fue una sensación extraña, pero
placentera.
Puse una película en Netflix, me serví una copa de vino y disfruté de
una buena pizza artesanal, era un sábado tranquilo en casa, algo a lo que me
había acostumbrado los últimos meses. El master no me dejaba un respiro, el
departamento esa un desastre y la señora de limpieza aún llegaría en un par de
días. Ya había pasado la media noche y me sentía amodorrado, el cansancio y el
vino no eran una buena combinación, pero antes de dormir debía sacar la basura.
De regreso, tomé el ascensor en el sótano 2, y las puertas de éste se
abrieron en el primer piso, y ahí estaba ella, usando un sweater verde, esta
vez traía el cabello recogido, me sonrió y agradeció por detener nuevamente el
ascensor.
-
Te estás
convirtiendo en mi salvador, si no fuera por ti tendría que esperar una
eternidad – comentó ella en voz alta –
-
Somos
vecinos, estamos para apoyar en lo que se pueda – respondió él -
-
Me llamo
Valeria, mucho gusto
-
Soy
Santiago, un gusto
Al acercarme a su rostro, percibí con más intensidad ese perfume de
rosas que me encantaba, y combinado con su piel, me dejaba sin piso. Yo estaba
seguro que ella no se imaginaba el efecto que causaba en mí, no sé cómo
explicarlo, si creyera en las vidas pasadas, estaría seguro que ya la conocía y
que la intensidad de lo que vivimos en aquella época traspasó las barreras del
tiempo y del espacio.
Llegamos al piso 10 y la acompañé hasta la puerta, sentí que ella
también se sentía cómoda conversando conmigo y aunque no acordamos una fecha en
particular para vernos, estaba seguro que el destino o la casualidad nos podría
frente a frente.
En la oscuridad de mi sala, y solo iluminado con la luz de la luna, recordaba
sus facciones, las muecas que hacía mientras jugaba con su cabello satinado.
Definitivamente la conocía de algún lado, solo necesitaba recordar dónde y
cuándo, pero si no lograba dar con el lugar y la fecha quedaría con la certeza
que ella y yo teníamos una historia décadas atrás.
To be continue...
Comentarios