UNA NOCHE PARA RECORDAR

Todos los fines de semana ella se ausentaba de la rutina para estar consigo misma. No era antisocial pero siempre trataba de encontrar espacios para dejar volar su imaginación y huir temporalmente de la realidad. Solo se dejaba acompañar por un papel y un lapicero.


Se sentaba en la mesa de siempre y pedía un trago, mientras tanto un grupo de poetas declamaban y otro grupo de bohemios mantenía una tertulia interesante.

Por su parte, mantenía su atmósfera de anti indeseados, al estar una chica sola en un bar, era blanco perfecto para algún solitario que buscara compañía. Pero solo bastaba un “no” rotundo y una mirada fulminante para evadir a cualquier persona que intentara desconcentrarla de su punto focal que la inspiraba a escribir. La noche, la música y el ambiente le daban carta abierta a su creatividad y no dudaba en explayarse hasta sentir adormecidos los dedos de tanto escribir.

A lo lejos, Lucas no dejaba de observarla cuando no tenía bebidas por preparar. Él era el barman y la había visto un par de veces, pero no había tenido la oportunidad de hablar con ella, o mejor dicho no se atrevía a acercarse porque sabía de los desplantes que aquella peculiar mujer le hacía a los lobos que merodeaban. Sin embargo esa noche se aproximó a dejar el pedido de la escritora. Ella solo agradeció y continuó bajo el dominio de la prosa. Parecía poseída por las palabras, no podía detenerse hasta terminar la idea que se construía en su cabeza y que ella con sus palabras le daba forma.

Pasado un largo tiempo, soltó el lapicero, miró el reloj y tomó un sorbo de la bebida, dejó en la mesa la copa y la observó detenidamente, la mezcla de colores y texturas merecían ser parte de la historia que escribía.
Lucas, al ver la actitud de la dama pensó que no estaba conforme con el pedido y le preguntó si todo estaba bien. Ella alzó la mirada, asintió con la cabeza y sonrió. Por primera vez había visto la expresión de alegría y ternura reflejada en su rostro. Dio media vuelta y se fue detrás de la barra.
El mesero trajo otro pedido de la mujer quien siempre variaba de bebida y Lucas se encargaba de preparar lo mejor posible el elixir que esperaba rompiera ese muro de concreto que sentía los separaba.

Ya había pasado un mes y él solo la había visto cuatro veces en aquel bar, era como el punto de encuentro al que ambos asistían, pero ninguno de los dos daba luz verde para iniciar una conversación. Sin embargo, la quinta semana algo cambió, todo tuvo sentido y las piezas que faltaban encajaron a la perfección.

Aquella noche de invierno, el lugar reventaba de gente y Lucas no tenía tiempo de observar a la joven, solo por esporádicos momentos la miraba pero estaba contra el tiempo porque los pedidos eran cada vez más. La gente entusiasmada escuchaba a los poetas. “La Noche es mía” ya había comenzado y algunos escritores y poetas relataban y declamaban sus mejores obras. El ambiente era inspirador, el aroma a incienso, la música y los versos acompañaban el ambiente.

Aplausos y performances estaban en la carta aquella noche, viernes 13, día de brujas para algunos. Muchos parecían poseídos por la temática que representaban la cual parecía real, inédita, increíble. Todos los viernes eran místicos, exóticos y las conversaciones interpretativas.

De pronto se escuchó una voz que daba la bienvenida a un nuevo integrante, pocos eran los avezados a pararse frente al público y desafiar su inspiración, dejando palabras suspendidas en el ambiente y frases tatuadas en la mente de los presentes.
Pero ahí estaba ella, mirando al público que aplaudía y esperaba escuchar la esencia de aquella mujer en palabras.

Lucas se desocupó de la larga jornada nocturna, miró a la mesa de siempre pero la chica ya no estaba, de pronto una voz femenina llamó su atención. Volteó al escenario y la vio.

En ese momento Melisa comenzó.

Aquellos ojos zafiro detienen el tiempo y me sumergen en la profundidad del mar de la confusión, y si pensé en algún momento el dejar que la inspiración sea mi guía en cada palabra que escribía, solo bastó verte aquella noche para descartar la idea de abandonar mi única pasión.

Veo tu silueta acercarse y me pregunto si aquella historia que he construido se puede concretar, sin embargo freno de golpe porque mientras permanezcas en mi mente todo es perfecto, pero si te materializo corro el riesgo de desnudar mi alma y quedar expuesta a una daga directa al corazón.

Gracias a la coincidencia que ha sido nuestra carta de presentación no conocemos más de la apariencia, solo somos rostros que tratamos de descifrar el interior de un perfecto desconocido emocional. Puedo imaginar, claro que lo puedo hacer, dejar volar episodios que mi mente inventa para hacer más cómodo el viaje de mi vida, pero todo es tan subjetivo, se desvanece rápidamente cuando mis pies sienten el piso.

Sin embargo en mis sueños eres nítido, y fácil de reconocer entre la multitud, imposible que pases desapercibido con aquel garbo al caminar que destaca entre todo aquel que se encuentra a tu lado. Pero a veces creo que mis ojos pueden jugarme una mala pasada y solo se trate de un holograma que he idealizado.

Aquella tarde cuando llovían hojas doradas, y el viento jugaba con mi cabello, me pregunté si la casualidad algún día nos reencontraría. Te extraño y es difícil entender por qué, al no existir un lazo que nos una todo es muy confuso. Pareciera como verte a través de una ventana opaca, solo podía distinguir formas y colores pero no veía tu rostro con claridad.
¿Y si en el pasado nuestros caminos se cruzaron?, podría ser la explicación del por qué siento conocerte o solo se trate de otro rayo de inspiración que inventa emociones para convertirlas en prosa.

Lucas sonrió y ella continuó.

Fuimos dos personajes en este breve relato, pero realmente somos algo más intenso, mucho más complejo que dos personas que fingen ser desconocidos para darle protagonismo a una historia. Eres lo mejor que he vivido durante todo este tiempo, llegaste no como el turista que se interesa temporalmente por un lugar, sino como el extranjero que se enamoró y dejó todo para quedarse aquí.

Gracias por ser mi copiloto, mi sous chef, mi coprotagonista, mi editor en el largo libro de mi vida, eres la tinta para continuar escribiendo en nuestro cuento infinito y la paleta de matices que le da color a mis días grises que muchas veces me impiden ver la primavera.
No eres el príncipe encantado y tampoco el quijote de la mancha, simplemente eres tú y lo que sentimos nuestra única verdad, cada episodio vivido es un ladrillo más para edificar la fortaleza del amor, que muchas veces ha soportado los temblores, maremotos y tifones de nuestras discusiones.

Contigo no necesito un as bajo la manga porque ya conoces todas mis jugadas gracias al traslúcido vestido de la confianza. Entre nosotros no hay caretas ni maquillaje que oculten los errores, ya que las cicatrices están ahí para recordarnos lo hirientes que pueden llegar a ser las palabras.

Nos conocimos hace cinco años en un pequeño bar, yo buscaba encontrarme conmigo misma, pero tú me hallaste primero. Desde aquel día somos uno solo, tú el yang y yo el yin, opuestos, pero perfectamente complementarios.

Feliz aniversario Lucas, mi único y eterno amor.

Melisa alzó la copa y todo el público imitó ese gesto, se pusieron de pie y la aplaudieron. Ella bajó del escenario, donde él la esperaba rebosante de alegría. Un beso selló la impecable performance.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ese naturaleza por escribir proviene de ti??...es inspiración??....es muy trabajado el texto y la historia también...Quisiera saber quien es la peculiar mujer o en su defecto Melisa.....
Anónimo ha dicho que…
Muy bien trabajado el texto y sobre todo quien será la chica llamada Melisa.....
Matices ha dicho que…
Gracias por tu comentario... en lo que respecta a Melisa es sólo un personaje que inventé, y si realmente existe no lo sé...

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