La venganza


Nunca despiertes la caja de pandora de una bruja enamorada. Fue la advertencia que Leandro ignoró al rechazar a Úrsula la noche de su cumpleaños. Desde aquella fecha, las constantes pesadillas y dolores de cabeza eran parte de su día a día. 

Despertaba cansado, sin apetito y durante todo el día permanecía distraído y somnoliento. Úrsula le servía constantes tazas de café para recargarlo de energía, y misteriosamente, tenían el efecto contrario. Lo mismo sucedía con las pastillas para la migraña, las tomaba diariamente, pero los martillazos en su cabeza no se detenían.

Una noche todo el personal se encontraba en un evento por el aniversario de la empresa, Leandro regresó a la oficina en búsqueda de unos documentos, al no encontrar a Úrsula en su escritorio, rebuscó entre sus cosas. Grande fue su sorpresa al abrir el último cajón. Encontró un cráneo y en su interior, una foto de él clavada con alfileres, su pañuelo y un mechón de pelo.

A los pocos minutos, las luces comenzaron a parpadear y a lo lejos del pasadizo escuchó su nombre. Se sentía mareado y antes de perder la lucidez caminó con dirección al sótano en búsqueda de su celular. 

El rostro de Úrsula fue lo último que vio antes de desvanecerse. Despertó en el hospital y preguntó por la bruja, pero para su sorpresa, nadie la conocía. Intentó levantarse, y sobre la camilla encontró una nota que decía: esto se termina cuando yo lo decida.


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