PUERTAS DEL PASADO

mejor
que aprovechar un domingo sola en casa y dedicarse por completo a dejar volar
su imaginación, pero todo dio un giro inesperado aquel martes de abril, una
llamada cambió todo.
- ¿Estás en
casa?, necesito conversar contigo, tengo mucho miedo
-
¿Qué pasa
Adriana?, ¿dónde te encuentras?
-
Dentro de
cinco minutos llego
La llamada de su hermana la dejó
muy preocupada, es la primera vez que le habla de una manera tan seria y no
imaginaba qué la podría tener tan asustada, solo le quedaba esperar.
Adriana la abrazó como si se
tratara de una despedida, eso la dejó más confundida aún. Ambas se sentaron y
comenzó el relato, que en parte era escalofriante, de esos que solo una
película puede erizar la piel, sin embargo, en este caso, su única hermana era
la protagonista.
Todo comenzó en la mañana, Adri
recorría el centro comercial con una amiga, habían comprado ropa, zapatos y
accesorios. Caminaron un poco más y el último stand llamó su atención, decía
Mística, la curiosidad las envolvió y entraron a preguntar. La mujer tendría
unos cincuenta años, el cabello oscuro, los ojos pardos y la mirada
intimidante. Sobre la mesa divisó un cráneo, velas, cartas, hojas, y elementos
extraños. La bruja sonrió, hizo un ademán y las invitó a ingresar. Adriana no
dudó, pero su amiga muy creyente en la religión católica prefirió esperar
fuera.
-
Tienes una
carga negativa muy fuerte y por eso las pesadillas te atormentan cada noche,
esa sombra no te dejará tranquila.
-
¿De qué
sombra me habla?
-
Dame tu
mano
La mujer se quedó en silencio por
algunos segundos y comenzó a hablar sin detenerse, todo lo que decía la dejó
sin palabras, y poco a poco empezó a hilvanar sucesos individuales que no
tenían respuestas.
-
Esa mujer
jamás lo dejará, lo tiene amarrado y ha pagado bastante por ese trabajo, no es
fácil deshacer lo que hizo e imagino quien fue el encargado. Desde que supo de
su relación con el hombre que ella cree que le pertenece, enfureció, y está
dispuesta a llegar hasta el final si tú continúas en medio. Él es un títere en
sus manos, y por más que intente separarse de ella, siempre regresará porque el
lazo que los une es eterno. Hay muchas lágrimas y sufrimiento en tu vida.
-
¿Qué va a
pasar con él?
-
¿Tienes
alguna su foto?
-
Sí –
sacó una fotografía de la cartera –
-
Será
infeliz por mucho tiempo, ella encontrará a otro hombre, pero ya para ese
entonces habrá hecho mucho daño. – La miró fijamente y preguntó- ¿has tenido fuertes dolores de cabeza, o
problemas en tu familia y trabajo?
-
Hace dos
semanas todo es un caos, hay muchas discusiones y…
-
Ya comenzó
contigo – la interrumpió –
-
¿Qué dice?
-
Ten
cuidado, porque solo es una advertencia. Ella ha hecho un pacto con el diablo y
por eso todas las noches tienes esas pesadillas terribles, en tu casa todos
discuten y en el trabajo las cosas andan mal. Para esa mujer destruiste su
familia y ella hará lo mismo con la tuya.
Adriana quedó asombrada por todo
lo que decía la bruja, no podía ser coincidencia, ¿cómo supo lo de la mujer, el
hijo y las pesadillas? Pero ella necesitaba más pruebas para estar segura de lo
que decía la adivina.
-
Tienes un
proyecto en mente, lo has dejado de lado pero pronto lo retomarás. Solo
necesitas salir de ese círculo vicioso en el que estás metida. Todo pasa por
algo, no te culpes por la pérdida, la madre naturaleza sabe por qué suceden las
cosas, un niño no era la solución, solo hubiera traído más conflictos.
-
Debo irme,
esto ha sido demasiado
-
Aléjate,
ella es peligrosa
-
¿Cuánto le
debo señora?
Después de cancelar, salió del
stand, su amiga la esperaba con muchas preguntas, pero Adriana solo quería irse
a casa, se sentía mal, desorientada con deseos de volatilizarse. Necesitaba
conversar con Gina, así que tomó un taxi y la llamó.
Ella no era creyente de ese tipo
de arte esotérico, siempre ha creído en los hechos, lo que se puede comprobar,
pero la historia de su hermana la dejó sin palabras, no era cualquier persona
quien le relataba lo sucedido y eso complicaba un poco las cosas.
-
Sabes lo
que pienso sobre esa relación, no hay futuro y te lo dije desde un inicio. No
me quiero enfocar en lo que dijo la bruja, sino en lo que veo, y esto te lo
diría cualquier otra persona, te ahogas en un vaso con agua, es necesario que
pases la hoja.
-
¡Tenemos
una historia!, crees que puedo darle borrón y cuenta nueva.
-
Una
historia llena de mentiras y lágrimas, ¿te conformas con tan poco?
-
Creí que
me entenderías, pero veo que no.
Adriana se fue a su cuarto,
dejando a Gina con la palabra en la boca. Intentó que su hermana abriera la
puerta pero todo esfuerzo era en vano. Salió con dirección al centro comercial,
tenía que ver a la mujer, su hermana estaba muy confundida y la conversación
con la extraña la había dejado peor. Buscó el letrero hasta que dio con el
stand de la adivina.
-
Usted
habló con mi hermana hace un par de horas, era una chica de cabello castaño y
vino con una amiga.
-
Claro que
la recuerdo, está pasando por un momento complicado.
-
Y usted se
lo ha complicado más con todo lo que le ha dicho, ¿de dónde ha sacado toda esa
información? ¿conoce a la mujer? Porque
es la única explicación que encuentro.
-
Son muy
distintas, ella tiene el carácter tan dócil, en cambio tú tienes una gran
fortaleza, no dejas que accedan a ti con tanta facilidad.
-
No he
venido para que me lean el presente, el futuro o lo que sea, quiero que me diga
¿por qué ha dejado así a mi hermana? ¿fue a petición de la tipa esa?
-
No la
conozco, solo la vi cuando le leí la mano a tu hermana y en el momento que me
enseñó la foto.
Gina no creía en la explicación
de la adivina, todo era montado, sin embargo las cosas cambiaron en tan solo
unos segundos.
-
Lo
extrañas y guardas la pulsera en el cajón de tu velador. Sientes que te abraza
cada noche, y no te equivocas, porque él está contigo. Él no se va a ir si tú
no lo dejas, tienes tanta fuerza, tan grande es el deseo de que esté contigo,
que él se mantiene a tu lado y no se ha ido.
-
¿De qué
habla?
-
Sabes
perfectamente a lo que me refiero
-
Esto era
todo, permiso
Caminó hasta llegar a casa,
encontró a su hermana dormida y se fue al cuarto. La pulsera que le regaló su
papá cuando era adolescente la conservaba con recelo. Su padre falleció en un
accidente de tránsito y desde entonces ella no fue la misma, nunca asimiló su partida,
conforme pasaban los años, se aferraba a su recuerdo. Adriana era muy pequeña
cuando sucedió todo y por eso no lo extrañaba tanto.
Tomó la pulsera y se sentó en el
jardín. Conversó con su papá, lloró hasta sentir pesados los ojos, la herida
estaba abierta y aún sangraba. Por su mente pasaron todos los momentos que vivieron
juntos. Su hermana la abrazó por la espalda, había reflexionado sobre el tema,
era momento de dejar el pasado atrás, ambas tenían mucho camino por recorrer, y debían empezar por cerrar las puertas del pasado.
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