La mujer detrás del espejo
Las conexiones no se explican, se sienten. Y aunque la casualidad no existe, el destino sí. Así fue el primer encuentro entre Sofía y aquella casona en el corazón de Barranco, cerca del mirador de Sáenz Peña. La arquitectura envejecida, las ventanas oscuras y las sombras retorcidas de los árboles despertaron en ella un interés peculiar. Desde el balcón de su nuevo departamento, imaginaba distintos escenarios para su novela, pero no era suficiente. Necesitaba algo más: una conexión real con la casa, algo que la llevara más allá de lo predecible. La curiosidad la impulsó. Caminó hasta la casona y, entre libros empolvados y candelabros oxidados, vio un letrero: Artículos en venta. Allí conoció a Francesco, un joven encantador, descendiente de los antiguos dueños. Su abuela había muerto recientemente, y él, junto a su madre, había llegado de Italia para encargarse de los bienes familiares. Después de una breve conversación, Sofía lo invitó a conocer los alrededores, buscando ganarse su con...