¿CÓMO QUINCEAÑERA?... ¡JAMÁS!

Frente al espejo veía a una adolescente ilusionada, capaz de dejarse llevar por sus emociones, lanzándose a una piscina que podría convertirse en un turbulento mar. Pero eso no importaba para Janina, la felicidad que sentía en ese momento era sublime e infinita. Aquel camino lleno de luz y lozanos prados la seducía, la enamoraba y la llevaba a un viaje sin retorno. La razón estaba prisionera en la cárcel rosa de la ilusión, pero en algún momento la quinceañera que llevaba dentro regresaría a su caja de muñecas, y la mujer madura que era tomaría las riendas de su vida. Una conversación con Bibiana le recordó que las “chiquilladas” y las “mariposas en el estómago”, solo eran producto de un momento fugaz que llegó a su vida y se instaló temporalmente. La chispa se encendió una mañana con aquel chico que se perdió en el tiempo, la hizo sonreír como una tonta, escribir frases cursis y escuchar canciones románticas, aquellas que solo cantaba en los karaokes con algunas copas ...