EQUILIBRIO

Mis pensamientos parecían niños en el kindergarden a la hora del recreo, saltaban, corrían y jugaban en mi cabeza sin que pudiera detenerlos. Necesitaba que se sentaran y me escucharan, o por lo menos se quedaran quietos para que al fin la tranquilidad que tanta falta me hacía me permitiera tomar decisiones postergadas.
¿El mar?, ¿Por qué no los llevo a la playa?, sé que después de gastar energía, terminarán cansados y cerrarán sus ojos para dormir. Tomé el bus más cercano y me dirigí al lugar que sabía podría despejar mi mente. La melodía del vaivén de las olas al rozar entre sí, y el aroma salino equilibraban mis pensamientos y clarificaban las respuestas.
No era un día cualquiera, era especial, las paredes blancas ya no eran mi cárcel, ahora tenía pinceles y una paleta de colores, sólo tenía que elegir qué hacer y cómo hacerlo. Me dije: ¡manos a la obra!, y lo primero que dibujé fue una puerta para salir de ahí.
Caminé admirando los colores que veía alrededor, matices que f...