COCTEL PARA DORMIR

Pese a escuchar las campanadas a lo lejos, mis pecados permanecen dormidos, no se inmutan frente al sonido imponente que a los pocos segundo se detiene, para dar lugar a una larga charla que no escucharé porque seguiré ausente, pese a que mi cuerpo continúa tendido sin sentir frío ni calor. Sólo observo mi ventana, las cortinas danzan al ritmo del viento y el sol se despide para dar paso a la soberana de la noche. Desvío por un momento la mirada y me doy cuenta que pese a cambiar la forma, el fondo continúa igual. Si la rutina era aquella piedra en el zapato, a veces se convertía en mi aliada, pero ahora me es indiferente, está ahí pero me da la espalda. Me detengo en la estación para esperar el tren que me lleve de regreso, pero ya no está, se fue hace mucho, soy la única sentada en aquella banca y no sé qué camino tomar. De pronto la neblina, el silbido del céfiro y la lluvia se apoderan del lugar y confunden mis sentidos. No veo con claridad la calle que debo seguir, y tampoco sient...