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Mostrando entradas de septiembre, 2012

OSO PANDA

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Todo se quedó en silencio. Llegó a su cálida habitación pero con la sensación de ausencia. Ya no sentía frio, la cena estaba servida, pero aún en su cabeza estaba el recuerdo de un abrazo prolongado que desafió a la gélida noche. Pudo sentir los latidos de un corazón que no le era extraño, por el contrario, le era muy familiar. La comida estuvo deliciosa como siempre y los trabajos pendientes de la oficina estaban sobre la mesa esperándola, pero ella ni los miró. Las palabras que él le dijo, se repetían como eco en su cabeza. Aquel momento se había tatuado en su memoria, y la sensación de frio nuevamente regresó al imaginar que estaba sentada en aquel escalón angosto de una casa por la que pasó en muchas ocasiones. Las rejas de la puerta dejaban una marca de sombra en el rostro de aquel chico como si fuera un antifaz, la luz amarilla del poste resaltaba el color de sus ojos, no tanto como el sol en cada atardecer, pero esa iluminación nocturna le daba un brillo e

MOTIVOS PARA VIVIR

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La sensación de asfixia la empujaba al abismo de la indecisión y las náuseas le impedían probar bocado porque el temor a vomitar podría despertar sospechas de que algo raro pasaba en la vida de Amelia. Quería gritar, llorar y tirar todo al piso sin motivo alguno. ¿Por qué no podía llevar una vida normal como las otras chicas?, lucían tranquilas, felices y completas, mientras que ella se derrumbaba sin una razón aparente y el vacío que sentía solo la debilitaba más, y la pregunta era por qué. Aparentemente lo tenía todo, era una adolescente de dieciocho años con una hermosa familia, grandes amigos, un novio popular, una carrera universitaria en proceso; sin embargo, aquello que le faltaba solo había conseguido matarla lentamente. Probablemente la búsqueda de lo desconocido que ansiaba tanto sería el detonante que cambiaría la dirección de su monótona vida. Despertó una mañana con deseos de liberarse para siempre de una atadura invisible que la detenía a hacer lo que anhelaba

INVISIBLE

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Desperté y había mucha gente en mi cuarto, todos desordenaban mi habitación, se llevaban objetos personales y traían escritorios, sillas, computadoras, convertían el único espacio que es solo mío en lo que más odio, una oficina. Mi pared lila fue opacada por un ecran y los escritorios estaban llenos de pilas de oficios hipócritas con saludos cordiales a personas desconocidas. A lo lejos en una esquina mi mesita de noche, se veía tan gris, solitaria, ahí si que habían hojas con escritos sinceros, cálidos, verdaderos, sin máscaras. Desmantelaban mi habitación y la transformaban en algo tan ajeno a mí, salí indignada de ese lugar y busqué a la persona encargada de todo este alboroto.  Inmediatamente una señora de edad con mirada pausada me dijo que mantuviera la calma, que no debía enojarme que por favor no despertara esa ira, no le dije nada y di media vuelta. Buscaba un rostro conocido hasta que lo encontré sonriendo en una esquina, me abrazó y calmó ese incendio que se habí

HORMIGAS PANADERAS

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Estaba en la parte posterior de un auto desconocido, a mi lado alguien que no tenía nada en común conmigo, era un simple espectador, al volante un chofer con terno y gorra, y a su lado una chica completamente ebria, hablaba algo que no entendía, yo solo la observaba, tenía un vestido bonito, no recuerdo el color pero era elegante, yo también usaba un vestido similar pero no me sentía cómoda usándolo, era como un disfraz. Trataba de recordar porqué estaba dentro de ese lujoso carro que nos llevaba a un lugar incierto; no había conexión entre los cuatro personajes que nos encontrábamos ahí, el silencio primaba entre la persona de mi derecha y el chofer, solo aquella muchacha parlanchina no se callaba. El incómodo silencio se rompió cuando una canción de aquellas que me gustan, algo dulzonas, pasó por la emisora, “Y solo se me ocurre amarte”, de Alejandro Sanz, pude por fin desviar mis pensamientos de la conversación inerte de aquella chica. Lástima que solo escuché el coro, porqu

ESPEJITO ESPEJITO

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Esta noche no es fotocopia de ayer, ni antes de ayer. Cerré los ojos  y el silencio encapsuló mi habitación. Aún sentía el sabor de la manzanilla en los labios y el calor de la infusión me abrazó, por fin mis manos dejaron de ser dos bloques de hielo. Releí algunas frases escritas en un viejo diario, conversé después de mucho tiempo con el espejo que todas las mañanas me miraba mal humorado, como esperando que le preste atención. Esta noche tenía una cita con él. “¡Cuanto tiempo sin saber de ti!, me has abandonado por ¿el trabajo?, ¿los estudios?, ¿los amigos?, esos serán los pretextos más próximos que saldrán de tus labios”, fue lo primero que me dijo. Me conocía muy bien, por algo nos contamos todo, es el único que me da las respuestas que no quiero escuchar, pero que finalmente me susurra al oído. Conoces los motivos y estaría de más enumerarlos, pero sabes que en el fondo no me olvido de ti. Basta con cerrar los ojos y bloquear esos pensamientos ásperos que rozan m